Borgoña VOLVER

Tierra de sabores y del buen vivir

La región francesa hace del arte y del placer de vivir sus emblemas, aunando la belleza de la naturaleza y del patrimonio con la excelencia de los vinos y la gastronomía.

Quienes disfrutan de los placeres sibaritas, al conocer Borgoña no vacilarán en hacer del destino el epicentro de sus vidas. 

Conformada por los departamentos de Yonne, Côte-d'Or, Nièvre y Saône-et-Loire la región ubicada en el este de Francia sobresale por sus prestigiosos vinos y una cocina de renombre internacional. 

En sus viñedos, que se extienden a lo largo de 250 kilómetros desde el norte de Chablis al sur de Mâcon, se diferencian cinco áreas productivas, donde adquieren protagonismo las uvas Pinot Noir y Chardonnay, con elixires únicos como el Puligny-Montrachet, el Corton-Charlemagne y el Chablis, entre otros. En menor medida, también se crean vinos rosados y espumosos. 

La sofisticada Ruta del Vino borgoñón comprende más de doscientos establecimientos -entre bodegas, casas de cata y bares especializados- en los que el visitante con ansias de iniciar un viaje de sabores será bienvenido. Sólo bastará con identificar el cartel "De Vignes en Caves" (de viñas a bodegas) en el frente de las propiedades y pedir permiso para levantar una copa en honor a los anfitriones.

Acompañando la riqueza enológica, la gastronomía de Borgoña exhibe productos de gran calidad, irresistibles espacios para deleitarse con la intimidad de un almuerzo o una cena y chefs de excepción. 

Con más de 600 restaurantes, y casi una treintena de ellos distinguidos con estrellas Michelin, la exquisita carta local depara platos típicos como el boeuf bourguignon, carne cocida lentamente con vino tinto; caracoles; gallo al vino; y quesos como el Epoisses, el más antiguo y célebre, endulzado con una bebida alcohólica intensa. Las grosellas negras, los confites de anís de la abadía de Flavigny y el aperitivo Kir, compuesto de crema de casis y vino blanco, son otros estandartes de la cultura borgoñona. 

Por su parte, Dijon, la capital regional, distante a una hora y media de París, es famosa desde la Edad Media por uno de los condimentos más preciados del mundo: la mostaza. 

Estilo romántico 

Más allá de su perfil gourmet, Borgoña sabe cautivar con su espíritu romántico y un preservado patrimonio arquitectónico e histórico. Desandar el terruño es encontrar abadías románicas, villas ducales, castillos majestuosos, museos y poblados encantadores de diversa antigüedad. Tres monumentos -la abadía de Fontenay, la iglesia La Charité-sur-Loire y la colina de Vézelay con la basílica de Santa María Magdalena- ostentan el privilegio de ser Patrimonio Mundial de la Humanidad. 

En una superficie de 31.582 kilómetros cuadrados, apenas superior a la provincia argentina de Misiones, resulta increíble que existan más de dos mil municipios y numerosos circuitos turísticos. Se destacan la Ruta de los Duques de Borgoña, con veinte mansiones que pueden ser descubiertas en compañía de sus propietarios; la de los Castillos del Sur; y Caminos del Románico. 

Entre los destinos, imposible no visitar La Charité-sur-Loire para perderse entre las pintorescas callejuelas. Se la considera la ciudad del libro, por sus locales de volúmenes antiguos y espacios donde puede apreciarse el arte de los calígrafos, encuadernadores y editores. Si viaja en junio, podrá asistir al Festival de la Palabra. 

En el departamento Côte-d'Or, Beaune fusiona su mote de capital de los vinos de Borgoña con una ciudad de arte, cuyos más bellos ejemplos son el célebre Hospital y la colegiata de Notre-Dame. En tanto, el pueblo de Auxerre, en Yonne, ofrece uno de los paisajes urbanos más hermosos de Francia con sus casas tradicionales y el puerto. 

La cita con la naturaleza es en Nièvre, una armoniosa combinación de montañas, colinas arboladas y grandes lagos propicia para las actividades al aire libre. Los paseos embarcados son uno de los más característicos de Borgoña, ya que este sitio atravesado por los ríos Sena y Loira, cuenta con alrededor más de mil kilómetros de cursos de agua. Entre los canales navegables se destaca el de Nivernais, donde es factible emprender cruceros fluviales o alquilar un barco con timonel para explorar la escena desde otro punto de vista. 

La estadía en Borgoña tiene su estigma de lujo y calidez en la diversa hotelería. Sentirse parte de la nobleza alojándose en un castillo o compartir la vida de los borgoñones en granjas y fincas son experiencias posibles en esta tierra que siente pasión por el arte de vivir. 

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