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Latidos de la naturaleza

Costa, estepa y cordillera. Tres ámbitos santacruceños donde coexisten centenares de especies de vida animal. Parques nacionales y reservas que se convierten en auténticos paraísos para quienes aman la inmensidad de la Patagonia y contemplar su riqueza faunística.

Respirar aires de libertad. Con el predominante silbido del viento y un territorio de lejanos horizontes. La Patagonia es agreste, auténtica, desolada. Pero si se piensa en la generosa vida animal que atesora, la región podría asemejarse a un gran conglomerado de armónica convivencia, con leyes propias y ritmos pausados.

En el extremo continental de la Argentina, Santa Cruz concluye un periplo de miles de kilómetros de naturaleza. Navegar, caminar, cabalgar, desandar trayectos  poco explorados, vislumbrar, pescar. Todas son variables válidas para estrechar contacto con una fisonomía virgen y la fauna en estado de libertad. 

Al indagar en los orígenes patagónicos, se descubre una leyenda de la mitología tehuelche que narra cómo el lugar comenzó a ser habitado por esa grandiosa riqueza faunística. 

En la concepción de la creación de ese pueblo originario, la Patagonia era solo hielo y nieve hasta que un cisne cruzó su extensión y trajo a Elal, el protector de los tehuelches, a quien depositó en la cumbre del cerro Fitz Roy. Detrás del cisne volaron otros pájaros y a esas especies les sucedieron peces, patos y flamencos en las aguas y animales terrestres como guanacos, liebres y zorros que poblaron la nueva tierra. Posteriormente, Elal amansó las fieras, estableció el orden en tan vasta área y modelando el barro creó a los hombres. Desde entonces, la vida en todas sus formas puede apreciarse al visitar el destino austral.   

Esencias prístinas  

Los escenarios naturales de Santa Cruz se extienden sobre el litoral marítimo, en la cordillera y la estepa central. La segunda provincia de mayor superficie del país cuenta con tres Parques Nacionales -Los Glaciares, Monte León y Perito Moreno- y diversas áreas protegidas. Alcanzar estos destinos de naturaleza soberbia implica transitar fragmentos de dos circuitos turísticos: la Ruta 40 y la Ruta Azul. 

Carretera mítica sudamericana, la 40 es la más extensa de la Argentina, que a lo largo de sus 5.000 kilómetros cubre paisajes dispares entre La Quiaca, Jujuy, y Cabo Vírgenes, Santa Cruz, donde se emplaza el kilómetro cero.

Por dicha vía se accede al Parque Nacional Perito Moreno, que con su nombre honra al precursor de los Parques Nacionales. Ubicado en el noroeste santacruceño, a 220 kilómetros de Gobernador Gregores, acoge un extraordinario bosque de lengas y ñires y una nutrida fauna integrada por guanacos, pumas, zorros colorados y grises, choiques y huemules, ciervos autóctonos que encuentran en esas inhóspitas tierras un sitio seguro. 

Sus 115.000 hectáreas presentan sectores bien definidos: la estepa, caracterizada por densos coironales y matas torcidas; una zona de transición con vegetación achaparrada; y el bosque constituido fundamentalmente por lengas que crecen en las márgenes de los lagos. 

El predio permite realizar avistajes, trekkings y cabalgatas asistidas por guías baqueanos. Las cumbres que rodean al parque permanecen nevadas durante todo el año y sobresalen una serie de ocho lagos unidos entre sí que desembocan en el río Belgrano.

En la misma línea cordillerana, la Ruta 40 con rumbo al sur conduce al Parque Nacional Los Glaciares. Es cierto que resultará difícil desviar la vista de las colosales moles de hielo o escapar a las excursiones clásicas que las tienen como protagonistas inolvidables. No obstante, quienes lo hagan descubrirán una gran diversidad de aves que encuentran su refugio en los bosques. El birdwatching es una práctica que está adquiriendo relevancia en enclaves como El Calafate y El Chaltén y quienes lo experimenten se sorprenderán con ejemplares como cotorras australes, rayaditos, carpinteros y cóndores. Otros modos de aunar contacto con el entorno de manera activa son las variadas opciones de cabalgatas y trekkings.   

Por los senderos azules 

Los amantes de la naturaleza no podrán excluir el novel circuito de la Ruta Azul, un recorrido para hacer con largavistas en mano. Sigue la traza de la Ruta Nacional Nº 3 en el sur de Chubut y el norte y centro de Santa Cruz mirando al océano Atlántico y deparando propuestas de turismo sustentable, fauna marina exuberante, áreas protegidas, ciudades y pueblos costeros. 

Los atractivos que promete son múltiples como también las especies a avistar: pingüinos, lobos marinos de uno y dos pelos, elefantes marinos, toninas overas y orcas son algunas de ellas. 

Después de una merecida visita a la Reserva Provincial Caleta Olivia, que resguarda una colonia de lobos marinos de un pelo, el viajero podrá continuar su derrotero hacia el Monumento Natural Bosque Petrificado de Jaramillo, distante a 140 kilómetros de la localidad. Se trata de un yacimiento fósil de aspecto enigmático donde descansan restos de troncos petrificados de una antigüedad de 150 millones de años. Proceso de imaginación mediante, podrá entenderse que antes de la irrupción de la cordillera de los Andes, el lugar era un bosque de elevados árboles de entre 70 y 100 metros de altura, transformados hoy en árboles de piedra. 

Puerto Deseado sobresale al pensar en conceptos como biodiversidad, turismo natural y de aventura. Su ría, poblada por pingüinos de Magallanes, lobos marinos, toninas overas, petreles, flamencos, cisnes, ostreros, macaes y delfines australes es un paraíso para los apasionados del universo marino. Además, es la única localidad del mundo donde pueden observarse cinco especies de cormoranes, mientras que la Reserva Provincial Isla Pingüino es el hogar de una especie única en Sudamérica: el llamativo pingüino de penacho amarillo, caracterizado por poseer una ceja partida de plumas de color amarillo intenso que coronan los ojos colorados. 

Navegar la ría entre imponentes acantilados, emulando los pasos de Charles Darwin, se convierte en una experiencia inigualable. Para aquellos que busquen mayor acción, existen opciones como trekking, canotaje, kayakismo, cabalgatas, birdwatching y pesca. Las bahías Oso Marino y Laura, situadas al sur de Puerto Deseado, seducen también a los turistas con espíritu conservacionista. 

En la ruta costera surgen luego Puerto San Julián, Comandante Luis Piedra Buena y Puerto Santa Cruz, localidades que pueden tomarse como punto de partida para incursionar en los generosos ecosistemas que las rodean. 

Finalmente, en el desenlace de la Ruta Azul emerge el tercer Parque Nacional santacruceño. Podría decirse que Monte León oficia como un decálogo de la mayoría de las especies de fauna costera y esteparia. La península -que revela la figura de un león agazapado, fruto de la erosión eólica y marina- atrae a una población de más de 70.000 parejas de pingüinos de Magallanes, centenares de especies de aves, mamíferos, invertebrados, reptiles y peces. 

Los latidos del mundo animal se perciben a cada paso que se avanza en el territorio santacruceño. Un viaje para los sentidos, para reconectarse con la esencia de la vida sencilla y natural. 

Iris Reinhardt

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