De Jujuy a Tucumán VOLVER
Paisajes de ensueño se visten de historia y respeto cuando se cumplen 200 años del Éxodo Jujeño, un hito en el pasado milenario de una región que siempre tienen un secreto más por revelar.
Una puerta verde, pequeña y antigua frente al hospital de Tilcara. Esa era la única referencia que teníamos para encontrar nuestro hospedaje. Éramos tres mochileros de 22 años y corría el año 2000. El alojamiento era la casa de María de Vargas, un sitio acogedor, pero extremadamente sencillo. El presupuesto no alcanzaba para mucho más. Pero la realidad es que tampoco había mucho más: el Hostel Malka, la hostería Villar del Ala, el Hotel de Turismo y algunos pocos otros.
No obstante, desde que la Unesco reconoció a la Quebrada de Humahuaca como Patrimonio Cultural de la Humanidad en el año 2002, el mapa del turismo local cambió abruptamente. Hoy en Tilcara hay más de 20 hosterías y posadas a cuál más elegante, más bella, más tentadora. Viejas casas de adobe, piedra y madera de cardón, recicladas con buen gusto y esmero. Todas desparramadas en ese breve trayecto de 150 kilómetros que lleva el nombre de Quebrada de Humahuaca. Surcada esta quebrada por un río que se llama Grande pero que en invierno se ve pequeño; cruzado por las vías del tren que ya no corre y una ruta que es la vía de comunicación principal desde hace siglos. Muchos siglos. Arteria por la que las ollas del Altiplano bajaban mientras los víveres de los valles más cálidos del Sur subían; la misma ruta por la que ingresaron Incas y colonizadores en un sentido y en otro. Camino que fue el escenario de uno de los capítulos más dramáticos de la historia argentina: la retirada del Ejército del Norte que motivó el Éxodo Jujeño. Hace exactamente 200 años, un ejército mal preparado, falto de recursos, valiente eso sí, pero diezmado, le oponía resistencia a más de 2000 realistas que bajaban degollando mujeres y niños como ocurrió en Cochabamba. Rápidamente, los realistas se internaron en la Puna jujeña y se acercaron a Humahuaca. Cuando ya la defensa fue imposible, todo el pueblo de Jujuy acompañó a los soldados en un largo y penoso viaje, paradójicamente a través de algunos de los paisajes más bellos del país: desde San Salvador de Jujuy hasta Tucumán
Jujuy, la heroica
En el extremo Norte de este periplo aparece San Salvador de Jujuy, una ciudad pequeña, resguardada en un valle fértil, escenario de un capítulo increíble del nacimiento de la Argentina. Alrededor de la "Plaza de Armas" se encuentran la Catedral (1761-65), el Cabildo (hoy sede de la Policía Provincial) y la Casa de Gobierno (1907-1921). En este mismo lugar Manuel Belgrano presentó desde los balcones del Cabildo la bandera nacional al pueblo y a la tropa reunida en la plaza en 1812. Eran los tiempos del Éxodo Jujeño, nombre que hace referencia a la penosa peregrinación en carreta y a pie que los habitantes de Jujuy, casi todos ellos al menos, debieron emprender dejando atrás la tierra arrasada para ayudar a defender la libertad naciente. Belgrano, al frente de las tropas, tuvo que retirarse y reagruparse en Tucumán, 450 kilómetros más al Sur.
Aquél exilio de 1812 fue el inicio de un período de gran sufrimiento para todo Jujuy. La ciudad fue ocupada tres veces (en 1812, en 1814 y en 1817), lo que provocó sendos "éxodos o emigraciones" de sus habitantes hasta Tucumán, que trastocaron la vida cotidiana de los jujeños definitivamente.
Y sin embargo, desde siempre se puede sentir que no hay lugar en el país más alegre en sus festejos, más colorido en sus celebraciones, más profundo en su espíritu. Características que se sienten, se viven en el Carnaval norteño o en la adoración a la Pachamama; durante los misachicos de Semana Santa y en el día de Muertos; al conocer y compartir el chuscharruco, los sahumados y las corpachadas, todos ritos que expresan algo que en la Argentina es difícil de entender: la presencia ininterrumpida de pueblos originarios, únicos, que ofrecen una y otra vez los valores de sus culturas: su idioma, su manera de ver el mundo, sus comidas, sus danzas. Y todos los turistas que alguna vez llegan a estas tierras y compran cerámicas, ponchos de hilo de llama, tapices, mantas y mochilas de aguayo; que comen tamales o humitas, papas andinas, que toman chicha o api (es una bebida dulce), que comparten un guiso de quinoa; todos los que asisten a las corpachadas (dar de comer a la tierra) en agosto. En fin, todos los que visitan Jujuy, y sobre todo la Quebrada de Humahuaca, están participando un poco de la diversidad cultural de un país que todavía no se conoce del todo a sí mismo.
Desde San Salvador de Jujuy hacia el Norte, por el valle del Río Grande se extiende entonces la Quebrada de Humahuaca; habrá que remontar la ruta 9 para entrar rápidamente en los breves e intensos 100 kilómetros de cerros multicolores, pequeños oasis agrícolas, arquitectura y arte religioso que sigue presente en las iglesias de Tumbaya, Purmamarca, Tilcara, Huacalera, Uquía y Humahuaca.
Ya se ha dicho que en los últimos 10 años el capital turístico de Jujuy ha crecido. Se ven inversiones que realzan el nivel de los servicios y que se estructuran a partir de la arquitectura tradicional, de la decoración con motivos indígenas y de la riqueza cultural local.
Quizás lo mejor del caso sea que estos elementos que se ven en su versión de exportación en los nuevos alojamientos, también se pueden descubrir en todo su esplendor con solo recorrer los caminos de la provincia de Jujuy.
Es que esa cultura ancestral siguen vigente y reside en las casas de los pobladores, en las comunidades que se alejan un poco más de la ruta 9. Espacios que, mediante un programa de la secretaría de Turismo de Jujuy en el que también colaboraron entidades internacionales, han conformado la Red de Turismo Rural de Base Comunitaria. Está claro que en este circuito no se encontrarán lujos y no es la idea buscarlos. El objetivo es evadirse de todo para sumergirse en la cultura y la naturaleza. Porque además, siempre hay tiempo para volver a esos hoteles fantásticos que se esparcen aquí y allá
Rumbo al Tucumán
En aquel agosto de 1812 habrá sido difícil disfrutar del paisaje de los valles que aún reciben parte de la humedad que llega del Este para mantener el verde que ya no abunda en la Puna. Allí entre terrenos quebrados, los exiliados marchaban a paso forzado. Habían tomado el "camino de las carretas" que era más llano que el camino Real o de las postas. Salieron de Jujuy por el sur pasando por El Carmen (en la actual ruta 9) y Monterrico (sobre la actual ruta 42), a donde llegaron al mediodía del día 24 de agosto.
Apenas tres días después de la partida, ya en el paraje de Cabeza de Buey, la fila se engrosó con los Decididos de Salta, adeptos a la revolución, campesinos y milicias que se sumaron a la caravana rumbo al río Pasaje. El mismo que hoy se llama Juramento. No había entonces ni rafting, ni embalses donde hacer canopy ni bungee jumping; mucho menos paseos en catamarán, como ahora.
Desde allí, todos siguieron por el camino de las postas hasta las cercanías de la ciudad de San Miguel: "Estoy dando lugar á que marchen las tropas de carretas para seguir hasta el Tucumán poco á poco", escribía Belgrano.
El 3 de septiembre cruzaron el río Las Piedras y arribaron a destino. Lo que siguió fue el mejor capítulo de esta historia. Desde Tucumán se preparó la batalla del 24 de septiembre de 1812, en la que Belgrano obtuvo su gran triunfo. Por eso la ciudad, una de las más importantes del Noroeste, respira historia no solo con su Casa de la Independencia. En sus alrededores, todo invita a preguntar por el pasado y a disfrutar el hoy con la misma intensidad.
Tucumán es mucho más que una recorrida por la ciudad. El segundo paso imperdible es desandar 137 kilómetros por la ruta 307 desde la capital tucumana hasta Tafí del Valle, inicio de los Valles Calchaquíes y villa turística de una gran belleza. Antes, en el kilómetro 32, Famaillá es el sitio en donde a fines de septiembre se realiza la Fiesta Nacional de la Empanada, una cita para tener en cuenta. Sesenta kilómetros después, en la cabecera sur del Embalse La Angostura, el Parque de los Menhires merece una detención. También es buena idea contar con un guía local para disfrutar mejor la riqueza del lugar que se extiende a parajes como Rodeo Grande, La ovejería, Las Carreras y el pueblo de El Mollar. Aquí y en otros puntos de la provincia hay alternativas para empaparse de paisajes ya sea a pie, en vehículos 4x4 o, por supuesto, a caballo. Entre estas últimas, vale la pena destacar las excursiones que parten desde San Pedro de Colalao, a 113 kilómetros de la capital provincial. El pueblo, que se remonta a una antigua misión del siglo XVIII, se levanta a orillas del río Tacanas y junto a un intrincado sistema de valles que la separan de Salta.
Volviendo a Tafí, hay varios sitios ideales para detenerse a comer o a pasar el día. Pero tal vez, los varios siglos de la estancia Las Carreras se impongan con su elegancia. Las Carreras es parte de una herencia jesuítica que tras la expulsión de la congregación de las tierras americanas en 1769, dejó tras de sí un legado para aprovechar. El origen de la estancia se ubica en 1718, justamente con la instalación de este grupo religioso en la región. El antiquísimo casco fue ampliado y reciclado para convertirse en lo que es hoy, un confortable hotel en las faldas de los cerros del noroeste tucumano. Aún hoy, el clima privilegiado de la zona permite continuar la tradición quesera que inició la familia propietaria no hace una, dos ni tres generaciones, sino hace nada menos que nueve, cuando adquirieron los campos a la Junta de Temporalidad, en el año 1779. Entonces Tucumán se llamaba Ibatín y era parte del Camino Real que unía Buenos Aires con el Alto Perú. Fue en aquellos días en que se construyó el casco con materiales como adobe, caña, paja, alisos, tientos de cuero y piedra. Los mismos que hoy predominan en las cálidas habitaciones, en los patios regados por acequias y en los salones que resuman historia. Como todo en esta región.
Recomendados en el camino:
Además de sitios mencionados en la nota, hay cientos de opciones para alojarse, comer o encarar excursiones. Aquí algunos destacados que colaboraron en el trabajo de contar el Norte
Jujuy
Ohasis Hotel spa, San Salvador de Jujuy, www.ohasishoteljujuy.com
Tierra Azul, Tilcara, www.paseotierraazul.com.ar
Aguacanto, Tilcara, www.aguacanto.com.ar
Killa Resto Bar, Tilcara, www.comerentilcara.blogspot.com.ar
Rupestre aventuras (cabalgatas), www.rupestreaventuras.com.ar
Más información: www.turismo.jujuy.gov.ar
Salta
Legado Mítico, Salta, www.legadomitico.com
Más información: www.saltaturismo.gov.ar
Tucumán
Hotel Le Parc, San Miguel de Tucumán, www.hotellepark.com.ar
Estancia Las Carreras, Tafi, www.estancialascarreras.com
Más información: www.tucumanturismo.gov.ar
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